La “Teoría de los radicales libres en el envejecimiento” se la debemos a Denham Harman, y explica el cómo, el dónde y el por qué del envejecimiento.
De manera que, en nuestra continua y necesaria utilización del oxígeno, para llevar a cabo los procesos metabólicos que permiten la vida, se producen inevitablemente radicales libres, que pueden dañar distintas biomoléculas, si no son neutralizados, ya que son altamente reactivos.
Estas biomoléculas que podrán dañarse pueden ser proteínas, lípidos de membrana celular o membrana mitocondrial, el ADN, etcétera, por lo que podrían producirse mutaciones, células tumorales, etc.
Dado que el oxígeno que respiramos llega hasta la célula y dentro de la célula es utilizado concretamente por un orgánulo denominado mitocondria, es precisamente la mitocondria la fuente celular más importante de radicales libres (provenientes del oxígeno).
Pues bien, el daño que provocan esos radicales libres a la propia mitocondria cuando no son neutralizados, acabará con la mitocondria. Esto es un problema, ya que el orgánulo celular encargado de aportar energía a la célula es precisamente la mitocondria. De hecho imagina tus alimentos como la madera que consume un fuego. El fuego sería el oxígeno utilizado para quemar esos alimentos y obtener la energía, el calor. Pero lamentablemente, la hoguera también expulsa humo tóxico, que serían los radicales libres.
Cada célula del cuerpo tiene centenares de mitocondrias buceando en su interior, como una gran manada de ballenas en las profundidades de mar abierto (excepto los glóbulos rojos que no tienen), y la misión de estas mitoncondrias es fabricar la energía de cada célula. Imagínatela como una central nuclear de un pequeño país, es más, imagina que es uno de los 3 sistemas de energía que tiene ese país, pero el más importante y el que más energía aporta, sin el cual no podría funcionar.
Pero ¿qué ocurre cuando estas mitocondrias se dañan? ¿qué ocurre si esas ballenas son heridas o si esas centrales nucleares son destrozadas? Se produce la temida disfunción mitocondrial, que desencadenará en múltiples enfermedades, según las células que más afectadas estén, es decir, no será lo mismo si son las del hígado que si son las del cerebro, etc. En el peor de los casos, la célula envejece y muere por falta de energía, o la persona siente cansancio crónico, por ejemplo, o las células mueren, o el humano, o el animal del que se trate.
Proteger nuestras centrales nucleares es cuestión de vida o muerte.
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